EUROPA PRESS
- La donación de riñón se relaciona con un riesgo un 19% mayor de desarrollar hipertensión.
Los donantes vivos de riñón se enfrentan a un mayor riesgo de hipertensión, según un estudio que publica el Clinical Journal of the American Society of Nephrology. Sus resultados señalan la importancia de prevenir y controlar la hipertensión en individuos que son donantes de riñón.
La donación de riñón en vivo se relaciona con un riesgo un 19% mayor de desarrollar hipertensión, si bien esta asociación no varia según la raza. No obstante, la función renal tendió a mejorar después de la donación y luego se estabilizó si desarrollaron hipertensión.
Que la donación de riñón vivo esté relacionada con un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia renal, quizás en parte sea debido a la hipertensión. Para examinar el riesgo de hipertensión después de la donación y el impacto potencial de dicha hipertensión posterior a la donación en la función renal posterior, Dorry Segev, de la Johns Hopkins Medical Institutions, y sus colegas compararon 1.295 donantes de riñón vivos con 8.233 no donantes sanos.
A los 15 años, el 8% de los no donantes blancos, el 9% de los no donantes negros, el 23% de los donantes blancos y el 42% de los donantes negros desarrollaron hipertensión. Durante una mediana de seguimiento de 6 años, la donación de riñón se relacionó con un riesgo un 19% mayor de desarrollar hipertensión, independientemente de la raza.
Los no donantes blancos y negros tendieron a experimentar una disminución en la función renal con el tiempo que se intensificó si desarrollaron hipertensión. Para los donantes de riñón blancos y negros, la función renal tendió a mejorar después de la donación y luego se estabilizó si desarrollaron hipertensión.
“Se necesita más trabajo para identificar oportunidades y mejores prácticas para prevenir, reconocer y controlar la hipertensión en donantes de riñón vivos”, escriben los autores.
En un editorial adjunto, William S. Asch, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, señala que los hallazgos tienen el potencial de “cambiar la percepción del público y los medios sobre la seguridad de la donación de riñón vivo, especialmente cuando se combina con los informes anteriores ya indicando un mayor riesgo de enfermedad renal en etapa terminal en donantes vivos”.