- El síndrome postvacacional es algo más que simple pereza, es una reacción de nuestro sistema nervioso.
- Las personas que tienen más probabilidad de sufrirlo son las que han disfrutado de largas vacaciones.
Desde hace unas dos décadas, el síndrome postvacacional es un tema recurrente cada ‘vuelta al cole’. Y no es para menos pues la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) calcula que al menos un 60% de los trabajadores lo ha sufrido alguna vez y que cada año lo padecen un 45% de ellos.
¿En qué consiste el síndrome postvacacional?
Según nos cuenta la psicóloga Ana Isabel Galve Arranz, del Centro Un Espacio Para Crecer, es un término que se empezó a utilizar para describir ciertos síntomas que padecían algunas personas después de un periodo vacacional más o menos largo. Los síntomas más comunes de este síndrome son “de tipo depresivo, como fatiga, cansancio, hastío, falta de vitalidad y motivación, síntomas leves de ansiedad, irritabilidad, dificultad para concentrarse, y algunos psicosomáticos, como afectación del sueño, problemas digestivos, dolores musculares etc.”, afirma Ana Isabel.
Aunque la sintomatología puede variar de una persona a otra, pues mientas que “algunas personas apenas lo notan, para otras es un periodo depresivo. En realidad, es un ‘problema de readaptación’ de pasar del periodo vacacional a todo lo que supone el trabajo y la vuelta a la rutina”.
¿Por qué se produce?
Detrás del síndrome postvacacional existe algo más que la simple pereza, es una reacción de nuestro sistema nervioso ante una situación que nos produce estrés, que en este caso es un cambio brusco de hábitos y la vuelta a la rutina, “en vacaciones, la mayoría de las personas cambian sus hábitos de sueño, de comida, y realizan actividades de ocio que, generalmente, son actividades que eligen.
Durante ese tiempo, la mente cambia el chip, y desconectan de las preocupaciones y el estrés de la vida cotidiana. La vuelta al trabajo es el regreso a todo lo contrario: horarios establecidos a nivel laboral, de comidas, de sueño. Supone volver a las obligaciones y horarios que no se eligen y a trabajos que no siempre se disfrutan”, asegura Ana Isabel Galve, por eso, “es normal que en muchas ocasiones nuestro sistema nervioso, encargado de producir todas esas sensaciones desagradables, proteste por el cambio y nos mande señales de todo tipo como llamada de atención”. Cómo nos adaptemos a esos cambios es lo que determinará si padecemos o no el temido síndrome postvacacional.
¿Quiénes son más propensos a padecerlo?
Tienen más probabilidades de sufrir síndrome postvacacional las personas que han disfrutado de un periodo de vacaciones largo, pero sobre todo depende del carácter y las circunstancias personales de cada uno. De este modo, son más propensas las personas con una menor tolerancia a la frustración, las menos resilientes, las personas que han padecido depresión o ansiedad, las que tienen vulnerabilidad psicológica y los que vuelven a un entorno laboral hostil, es decir, los que no están bien en su trabajo.
Además, es más común en mujeres, pues según nos cuenta psicóloga Ana Isabel Galve, “afecta más a personas cargadas de obligaciones familiares y que tengan personas a las que cuidar”, tareas que suelen asumir más las mujeres.
Cómo evitarlo… o hacer que pase cuanto antes
Aunque no existe una forma concreta de evitarlo, Ana Isabel Galve nos da algunas ideas para que lo superemos cuanto antes o, con suerte, no tener que pasarlo el año que viene.
- Date una tregua. Y los primeros días no te exijas demasiado, “no quieras volver a todas tus actividades de golpe”.
- Dosifícate. Si puedes, dosificarte el trabajo y empieza poco a poco el primer día. “Si no puedes, intentar dejar los asuntos laborales difíciles para cuando lleves unos días trabajando, que tu mente ya estará acostumbrada al nuevo ritmo”.
- Madruga. Puede parecer paradójico, pero esos primeros días, lo que menos necesitas es ir corriendo a todas partes, “madrugar no es lo que te pide el cuerpo, pero te ayudará a ir con más calma, y a no “auto-estresarte”.
- Con un pequeño gesto, puedes cambiar tu actitud hacia estos primeros días. “Haz este ejercicio por la mañana: toma diez respiraciones lentas y profundas. Al inspirar, le das la bienvenida al nuevo día, y al soltar el aire, imaginas que sueltas la tensión, el pesimismo, el cansancio del día. Y sonríes”. Y si lo haces cada día, incluso une vez superado el periodo postvacacional, también te ayudará.
- Trabaja en tu actitud. El autor de Broadway Irving Berlin decía que “La vida es un 10% lo que te pasa y un 90% cómo te lo tomas”, frase que podemos aplicar también a la vuelta de las vacaciones, “quizás no puedes cambiar lo que te está pasando, pero sí tu actitud hacia ello. Si te vienen pensamientos automáticos del tipo ‘qué rollo de vida, otra vez a la rutina, qué mal, etc.’, cuando seas consciente de esas ideas, puedes elegir pensar: ¡Soy capaz de resolver lo que venga, lo voy a afrontar con otra actitud!’. Puedes ir despacio, sonreír, enfocarte en las cosas que te gustan…”
- Pon disfrute en tu vida. Para Ana Isabel Galve, esta es la parte más importe, pues en la vida de cada persona, aparte de obligaciones, y deberes tiene que haber momentos placenteros, de disfrute propio y compartido, por ello, en estos primero días “es importante incluir en tu vida momentos para ti, de hacer cosas que te gustan, de reír solo o acompañado, de charlar con alguien, movernos, ya sea deporte, paseo, baile… No lo dejes para el fin de semana, igual que necesitamos comer, también necesitamos disfrutar a diario. Cuando en la propia vida hay satisfacción, es más fácil readaptarse a los cambios”
Los síntomas del síndrome postvacacional suelen durar pocos días o, como mucho alargarse en un par de semanas. Si pasado este tiempo, los síntomas continúan, sería conveniente que buscaras ayuda profesional, pues puede ser signo de algún trastorno psicológico más grave.