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Entra en vigor la prohibición del burka en Holanda con resistencia general

La Haya.- La prohibición del uso de prendas que cubren el rostro en los espacios públicos de Holanda entró en vigor este jueves en medio de la negativa de las autoridades a exigir su cumplimiento, lo que hace temer el fracaso de una ley diseñada para unas 200 mujeres que, se calcula, llevan burka en el país.

La ley está dirigida a las que utilizan prendas islamistas como el burka (velo integral que cubre toda la cara, con una rejilla a la altura de los ojos) y el niqab (solo deja a la vista los ojos), pero también a quienes utilicen un casco integral o alguna variante de pasamontañas, algo bastante habitual en las épocas de bajas temperaturas.

La prohibición parcial -y no total, pues no incluye la calle- afecta a hospitales, escuelas, transporte (trenes, autobuses y tranvías) y edificios públicos como ayuntamientos, comisarías, ministerios o algunos museos de control estatal.

En declaraciones a Efe, el vicepresidente del Consejo Nacional de Mezquitas Marroquíes, Said Bouharrou, entiende que “sea extraño ver a una mujer caminando con un niqab negro, que puede incluso asustar a los niños”, pero asegura que este “debe ser un tema de debate social en el que no cabe esta solución del Gobierno a un problema que no existe” en Holanda.

“Esta prohibición creará más daños que soluciones y una menor cohesión social. Va a ser contraproducente y dará lugar a situaciones idiotas en las que defensores y opositores se enfrenten. El gobierno debe dedicarse a temas más importantes, en lugar de regular el comportamiento de 200 mujeres con una ley general”, lamenta.

En el barrio multicultural Schilderwijk, en La Haya, un grupo de cinco mujeres musulmanas se declaran contrarias al uso de la prenda islamista que oculta la cara, pero, en una conversación con Efe, coinciden en condenar la prohibición porque consideran que tiene “una base racista que tiene como blanco a la comunidad musulmana”.

En uno de los mercados más conocidos de la capital política de Holanda, Ibrahim, quien regenta un puesto donde también tiene prendas como el velo (que solo cubre el pelo y por tanto no está incluido en esta prohibición) y el niqab, no teme una reducción en las ventas porque confía en que “las mujeres no cederán” ante esta ley y “se aferrarán a su religión, a pesar de las amenazas” de ser multadas.

A modo de ejemplo, las “munaqabas”, como se conoce a las usuarias del niqab, podrían estar dentro de una estación y esperando en la plataforma con la cara oculta, pero para acceder al interior del autobús o el tren están obligadas a mostrar su rostro para que se les pueda identificar.

A las que no quieran hacer papeleos en un edificio gubernamental, se les recomienda la opción de hacerlo online.

El incumplimiento de la norma conlleva una multa de 150 euros y un conductor de autobús tiene el derecho -no la obligación- de informar al pasajero de esta prohibición, pero ni él ni la seguridad del lugar están autorizados a multar a la persona involucrada, un poder solo en manos de la Policía, que tendrá que acudir al lugar para identificar a la mujer o el hombre.

“Lo que pedimos es no culpar al conductor, que está ahí para conducir, no para aplicar la ley. Eso es tarea de la Policía. Si hay un incidente, ni la compañía ni el conductor son los responsables”, advierte a Efe Arjan Vaandrager, en nombre de las grandes compañías de transporte público de Holanda.

Las grandes ciudades también rechazan hacer cumplir esta ley de forma activa. “Hay muchas leyes y la cantidad de agentes es escasa. Rotterdam tiene mayores problemas: asesinato, drogas, violencia”, indica su alcalde, el socialdemócrata Ahmed Aboutaleb.

La alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema (izquierda verde Groenlinks), explica que los hospitales y universidades “no se dedicarán a llamar a la Policía, ni la seguridad de los tranvías sacará a la gente del transporte” porque la ciudad “no tiene tantos policías y hay que priorizar otros asuntos”.

El movimiento de mujeres holandesas “Aléjate de mi niqab” temen que esta norma pueda “ser entendida por la gente como una licencia para hacer cumplir la ley con sus propias manos” y, aunque el conductor no las expulse, otros pasajeros del autobús “se dirijan a ellas para iniciar una pelea o instarlas a quitar el niqab”.

“Si la Policía no lo hace (exigir su cumplimiento), ni los hospitales lo hacen, los ciudadanos podrían hacerlo ellos mismos”, alerta hoy el ultraderechista Geert Wilders, promotor de esta prohibición hace trece años, que exige a las autoridades actuar acorde a la ley “para evitar problemas” sociales.

Por otro lado, hay quien considera “un derecho” cubrirse la cara, en palabras del partido islamista holandés NIDA (con escaños en los ayuntamientos de La Haya y Rotterdam), por lo que pide resistencia a las mujeres afectadas, ofreciéndose a pagarles la multa.

Los liberales y democristianos -ambos en la coalición del Gobierno- advierten de que esta rebelión pone en riesgo el cumplimiento de la ley y piden a la Policía movilización para convertir esta prohibición en una de sus prioridades.

Siguiendo los pasos de Dinamarca, Francia, Bélgica e incluso de países musulmanes como Túnez, el Senado de Holanda ratificó en junio del año pasado esta prohibición, después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminase en 2014 que una ley así no viola las libertades religiosas.

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