Las muestras de sangre pronto serán suficientes para monitorear a personas expuestas a mayores riesgos de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, indicó el director del Instituto Nacional de la Vejez (EE.UU.), Richard Hodes. A ese avance contribuirá el diagnóstico por biomarcadores presentado este lunes en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer.
Tres estudios, que destaca el sitio web Biospace, señalan varios compuestos orgánicos cuyas concentraciones excesivas o insuficientes deberían alertar sobre el posible problema de salud.
Un grupo, encabezado por el japonés Akinori Nakamura, se enfocó en la combinación de péptidos y amiloide en el suero.
Otro, liderado por el italiano Filippo Baldacci, priorizó la concentración proporcional de las proteínas alfa-sinucleína, beta-amiloide y tau en los glóbulos rojos, la cual se altera en pacientes con alzhéimer en comparación con individuos sanos.
El tercer estudio, de un grupo europeo con el británico Abdul Hye a la cabeza, comparó los niveles de neurofilamentos en la sangre correspondientes a distintas condiciones neurodegenerativas.
Las pruebas llevadas a cabo siguiendo el primero de los patrones sugeridos permitieron identificar correctamente al 92% de las personas que tenían alzhéimer y descartar correctamente al 85% que no padecían esta enfermedad. La precisión general del diagnóstico fue del 88%, recoge AP.
Las herramientas existentes, como los escáneres cerebrales y las pruebas de líquido cefalorraquídeo, son demasiado caras o poco prácticas para los controles regulares, estimaron los expertos. En la práctica actual se evalúan los principales síntomas de la demencia, para determinar quién necesita pruebas más exhaustivas y estas suelen llegar demasiado tarde.
La nueva tecnología es necesaria para evitar casos en pacientes como el Thomas Doyle, un exprofesor universitario de Chicago de 66 años, que protagonizó un breve reportaje de AP al respecto. Le tomaron dos pruebas de líquido cefalorraquídeo desde que desarrolló problemas de memoria hace cuatro años. Primero le dijeron que no tenía alzhéimer y luego que sí. Finalmente, le diagnosticaron diferentes problemas: un conjunto de demencia con cuerpos de Lewy y la enfermedad de Parkinson.
“Probablemente me la podrían haber diagnosticado hace años con precisión si hubieran tenido un análisis de sangre”, dijo Doyle, quien representa a pacientes en el consejo de la Asociación de Alzheimer.
Cerca de 50 millones de personas en todo el mundo padecen de demencia y la enfermedad de Alzheimer es su forma más común. No hay una cura y los medicamentos actuales solo alivian temporalmente los síntomas. Docenas de tratamientos propuestos han fracasado. Los doctores piensan que nuevos métodos se ponen a prueba en personas que ya han sufrido demasiados daños cerebrales a causa de la enfermedad o que tienen otros problemas más allá del alzhéimer.