El trasplante de heces por vía sonda nasoduodenal o colonoscopia es el principal tratamiento contra las infecciones recurrentes por Clostridium difficile. Una solución un tanto escabrosa que sin embargo puede resultar muy efectiva.
Clostridium difficile es una bacteria, que en los casos más críticos puede causar la muerte, es desplazada del intestino infectado gracias a la inclusión de microbiota procedente de un individuo sano. Este tipo de trasplante podría jugar también un papel crucial en el tratamiento de la obesidad ya que las bacterias, virus, hongos, protozoos y demás microorganismos que viven en nuestro tracto intestinal influyen en el peso de las personas de manera vital.
Esto es así porque la microbiota interviene en el procesamiento de los alimentos y puede ser más o menos eficiente, haciendo que se absorban más o menos nutrientes en función de cómo esté compuesta. En ocasiones se puede producir “infectobesidad”, es decir, un aumento significativo de peso no por comer en exceso, sino por tener una diferente a la que se debería.
En estos casos, un trasplante de microbiota de un donante delgado podría restablecer la de una persona obesa, ayudándola a perder peso. Sin embargo, la microbiota es como las huellas dactilares (cada persona tiene la suya propia) y los científicos todavía no conocen de manera fidedigna los efectos que pueden tener este tipo de trasplantes en otras de las funciones de la microbiota, como la producción de vitaminas, ácidos grasos de cadena corta y hormonas, entre muchas otras.
Fuente: National Geographic