Luego de seis años de trabajar con el sargazo para la realización de compostas, fertilizantes, en busca de darle un uso a las algas que invaden las costas de Quintana Roo, surgió la idea de hacer ladrillos con este organismo.
Omar Vázquez Sánchez, diseñador de las casas sargazo, vio en las bondades de las plantas verdes la oportunidad de levantar viviendas y donarlas a personas de bajos recursos.
El proceso de edificación dura 15 días e inicia con la recolección del sargazo en las playas. Se mezcla y comprime.”No huele feo, no genera moscas ni pulgas como mucha gente sugiere”, especificó Vázquez.
Los bloques fueron avalados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien detalló que el material puede resistir fuertes vientos, incluso un huracán.
Para la construcción, Omar detalló que no necesita cemento, sino con la misma mezcla de sargazo apila cada tabique, que seca en aproximadamente 10 días.
La primer vivienda sargazo nombrada “Casa Angelita”, en memoria a la madre del creador, mide 40 metros cuadrados y cuenta con una recámara, baño, sala, comedor y cocina.
La ecológica construcción despertó el interés de grupos altruistas, ONGs y hasta el gobierno, quienes pretenden construir este viviendas para personas sin hogar.
“Son casas muy resistentes, yo crecí en un lugar así. Sin embargo, vamos a utilizar técnicas para reforzarlas, pues no utilizamos varillas, ni cementos como en la ciudad”, comentó Omar.
Hace tres semanas, el sargazo (macro algas) invadió las playas del Caribe mexicano, lo que despertó el temor de las autoridades y el sector turístico. La Red de Monitoreo Sargazo en Cancún estimó que la cifra de macroalgas podría alcanzar 1 millón de toneladas en 2019.
El dato, asustó a los hoteleros, quienes han invertido fondos privados para que la “suciedad” de las costas no perturbe la visita de los turistas. Además, han solicitado la ayuda del gobierno demandando recursos, ya que la plaga se extiende a varias zonas de Quintana Roo.
Por su parte, el gobierno aseguró que la Marina cuenta con aviones que permitirían detectar los flujos de las algas.
El llamado “oro del mar” desprende un olor fétido, que afecta gravemente al ecosistema y perjudica al turismo. Aunque desde hace décadas éste había visitado las playas mexicanas, nunca lo había hecho en cantidades masivas.
Al no tener carbonato de calcio, es un organismo difícil de desintegrar.