En envolturas, en filtros saborizados para tabaco y hasta en hamburguesas, esos son algunos métodos que utilizaban los jíbaros -como se conoce a los vendedores minoristas de droga o dealers en Colombia y Venezuela- para camuflar estupefacientes que los comercializan en centros estudiantiles de todo el país cafetero. Así lo reveló la Fiscalía General de la Nación tras la captura de 328 personas dedicadas al microtráfico en 17 ciudades.
Entre la última semana de marzo y la primera de abril se llevó a cabo un operativo conjunto entre la Fiscalía, la Policía y el Ejército en al menos 17 zonas de todo el territorio nacional, para desarticular organizaciones dedicadas a la distribución de marihuana, éxtasis y cocaína, entre otros productos ilegales, sobre todo alrededor de instituciones educativas.
Se realizaron 266 diligencias de registro y 18 allanamientos en los departamentos de Santander, Tolima, Bolívar, Risaralda, Boyacá, Quindío y Atlántico, que logró impactar a 68 colegios y 9 universidades del país. Además de las incautaciones, fueron detenidas 328 personas, entre las que figuran vinculados al ELN y a las disidencias de las FARC.
El método que más llamó la atención de las autoridades fue detectado en Atlántico, en la costa Caribe de Colombia. Jíbaros empacaban cocaína en papeletas que simulaban contener sal y que eran enviadas a domicilio (por pedidos a la puerta de los clientes) como parte de “combos de hamburguesas” para no levantar sospechas.
“De esta manera era entregada la cocaína con las hamburguesas y mimetizada la coca en la sal para el consumo”, dijo en rueda de prensa el fiscal general, Néstor Humberto Martínez. Así comercializaban la droga en Barranquilla y su área metropolitana, con la complicidad de taxistas y mototaxistas que eran los encargados de distribuir los pedidos.
Pero el alimento no es el único método usado por los mafiosos para camuflar la droga. También usaban envolturas de dulces y filtros saborizantes para tabaco, en los que ocultaban cigarrillos de marihuana. Los pedidos y entregas eran coordinados vía WhatsApp o por llamadas telefónicas, especialmente por estudiantes de Bogotá.
Las autoridades describen que de esta forma llegaron “al corazón de redes de producción, transporte y distribución de la marihuana que se vende en entornos educativos, droga que salía camuflada en encomiendas o equipaje desde Cauca, enviada a Boyacá y desde allí era distribuida a distintos departamentos del país”, dijo la Fiscalía.
En el operativo se destaca la desarticulación de una organización que delinquía durante más de 10 años en una zona del centro de la capital conocida como “La Pola”, rodeada por varias universidades y, por tanto, de un conjunto de edificaciones de apartamentos construidos especialmente para arrendarlos a estudiantes.
La banda se ubicaba alrededor de la Universidad de Los Andes y en las localidades de Santafé, La Candelaria y Teusaquillo. Entre los capturados está su líder, identificado como Héctor Jaime Espinosa Vélez, alias “James”, además vinculado al atentado del ELN en enero contra la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander, al sur de Bogotá, en la que fallecieron 22 personas y 65 resultaron heridas.
“Videos registrados por los agentes de la Fiscalía permitieron identificar a alias ‘James’, presunto cabecilla de la organización, encargado de almacenar y comercializar marihuana, cocaína y drogas sintéticas, muchas de ellas hechas con medicamentos utilizados para trastornos psiquiátricos o tratamientos veterinarios”, dijo Martínez.
Asimismo, las autoridades identificaron que la disidencia del frente sexto de la extintas FARC cuidaban los cultivos de marihuana de una pareja de esposos y de Karina Julieth Bermeo, alias “Karina”, en el corregimiento Tacueyó, en Toribío, departamento de Cauca, a cambio de un cobro por gramaje.
Estas tres personas serían los capos de esa región, que además procesaban la planta para dejarla lista para su comercialización, que distribuían en Santander de Quilichao, en el mismo departamento.
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