Si bien Rusia se perfiló como el principal aliado de Nicolás Maduro en su lucha para aferrarse al poder tras la juramentación de Juan Guaidó, varios especialistas sostienen que es poco probable que el Kremlin emprenda un rescate financiero o militar para sostener al régimen.
Así lo confirmó el proprio portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, al informar que no hubo discusiones en el gobierno para ampliar la asistencia financiera o militar para mantener a Maduro en el poder.
Detrás de la postura de Moscú hay varias razones.
En primer lugar, Venezuela mantiene con Rusia una deuda que asciende a 10 mil millones dólares. Ante la falta de dinero, el régimen responde a sus compromisos comerciales con el envío de barriles de crudo. Pero, según reveló en diciembre una fuente cercana a PDVSA, estaría cumpliendo por la mitad de lo pactado (300 mil barriles por día en lugar de 600 mil).
En segundo lugar, Rusia, que enfrenta un momento de estancamiento económico y un creciente descontento social, cuenta con fondos limitados para campañas internacionales.
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“No veo ninguna posibilidad de comprometernos, está demasiado lejos y falta la capacidad logística para llevar a cabo una operación sustancial”, dijo Fyodor Lukyanov, presidente de una junta asesora del Kremlin sobre política exterior y de defensa, según dijo al Wall Street Journal. “Económicamente, la situación de Rusia no es muy buena en este momento y otra carga a largo plazo no sería nada bienvenida”, agregó al diario estadounidense.
Según el análisis del WSJ, la crisis en Venezuela es para Rusia similar a las de Ucrania y Siria. En esos casos, el apoyo de los Estados Unidos a las fuerzas opositoras amenazó a los aliados de Moscú, que durante décadas habían comprado armamento ruso y habían abierto las puertas a la inversión rusa.
Esta vez, sin embargo, el Kremlin tiene menos opciones. Y aunque Lukyanov dijo que Rusia se reservó el derecho de enviar contratistas militares para proteger a los activos o las personas rusas en Venezuela, el apoyo más visible de Moscú al régimen hasta ahora se limitó al envío de dos bombarderos nucleares para ejercicios militares en diciembre.
Por último, según un funcionarios ruso citado por el WSJ, la frustración de Putin con Maduro aumentó después que el año pasado Rusia envió a Caracas una delegación de funcionarios del ministerio de finanzas con un plan para estabilizar la desastrosa situación económica del país caribeño. Pero ese plan fue rechazado por el régimen, que lo consideró demasiado drástico y pidió más ayuda financiera.
Todos esos factores llevaron a Moscú a buscar un acercamiento con la oposición, especialmente tras la contundente victoria opositora en las elecciones de la Asamblea Nacional en 2015 y las protestas de 2017, según revelaron al WSJ diplomáticos rusos y líderes opositores.
No obstante Moscú sigue negándose a reconocer a Guaidó. Una negativa, según los expertos, que se debe más a una cuestión de principios que a la real convicción de seguir apostando por el dictador.
“Si le preguntan a cualquier funcionario del gobierno ruso, dirán que es un golpe de estado clásico liderado por Estados Unidos y su posición no se trata de salvar a Maduro personalmente, sino de adoptar una posición de principio”, dijo Lukyanov. “Para Moscú, no es así como se expulsa a un líder”.